viernes, 6 de noviembre de 2009

El robo de la nada

Te levantas temprano, aprisa, hay que apurarse para ir al trabajo. Das la primera bocanada al cigarro, pruebas el café, vuelves una y otra vez al trago de café con humo, pensando que no hay peor manera de perder el tiempo tan escaso para ti en ese momento pero sin lograr remediarlo hasta que el cigarro casi se termina. Levantas los trastes que quedaron de la cena. Algo te sucede. Tu estómago se contrae cada vez con mayor frecuencia. Recuerdas haberte levantado a las tres de la madrugada, tragaste una pastilla para el dolor. Durante la comida te habías lastimado la encía al morder una tostada, se convirtió en abseso. También una pastilla de antibiótico. Comienzas a ver luces de colores y tu cabeza se constriñe, como empequeñeciendo con los segundos que pasan, ahora la sientes casi diminuta. Tu cuerpo se desvanece y se escucha un golpe seco, pero de esto ya no te enteras, un segundo después reaccionas ante el fuerte dolor arriba de la nuca. Estás en el suelo. Intentas levantar la cabeza para enterarte de las consecuencias del golpe. Las luces vuelven. Tu cabeza sufre otro espasmo. Habías vuelto a cerrar los ojos pero escuchas una voz: ¿Dónde te pegaste?, dice tu marido. En la cabeza. ¿Con qué? Con el piso. Trata de levantarte pero las luces se hacen más densas. Tus ojos se llenan de lágrimas eléctricas. Vuelves a caer al mismo sitio oscuro donde nada sucede, donde no hay vacío ni sustancia ni túnel, luz o visiones. Al despertar te das cuenta de que fuiste hacia ninguna parte y te preguntas si ese lugar sin lugar es sólo una antesala de la muerte o ella misma, si tocaste el purgatorio o la puerta del infierno; lo cierto es que el filo de una navaja oscura y fina partió tu vida y te robó un segundo. Esa negritud nunca antes concebida, imaginada o vista quedará en tu memoria; espacio sin espacio, negro sin abismos, estaticidad. Tocaste el filo de la realidad, la nada perfecta, caes en la cuenta de que la nada es palabra en la vigilia, y nada, esplendorosamente nada, en algún espacio de tu mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si no quieres comentar nada sobre el texto me parece bien, entonces cuéntame cómo te ha ido...